
Para empezar, Rogelio y yo somos casi de la misma edad; solamente separados de nacimiento seis díaz. Nos creamos juntos y viviendo solamente a un kilometro de distancia. Casi gemelos. Nuestros padres son hermanos. Nuestras madres cargaron nuestros embarazos juntas. Nuestras experiencias son muy similares.
Así que cuando me avisaron que verdaderamente estaban investigando pasaje de avión y estaban cerca de hacer las reservaciones, me alboroté y empecé hacer todo lo posible para que tal visita fuera una muy memorable. Una que nunca se les olvidará.
Rogelio es uno de los huéspedes que é esperado por muchos años y las mejores preparaciones se tienen que realizar. Mi esposa también sentía la misma necesidad de hacer una buena impresión con ese ramo de mi familia. Se pasan los años y no hacemos el mayor esfuerzo para mantenernos mas informados que la tarjeta navideña. Es una lastima porque las otras ocasiones se han revelado solamente para compartir con las bodas o los funerales. Pues, esta visita se presta para todo lo bueno.
Llenamos el refrigerador. Llenamos los gabinetes con botana. Fuimos y compramos cerveza y licor. Contratamos a una señora para que limpiara la casa. Conseguimos boletos para un parque acuático y para dos juegos de los Yankees. También, boletos para un paseo del puerto de Nueva York en un barco. Hicimos reservaciones para una hospedada de hotel en Washington, D.C.; aprovechando de regresar a esa ciudad con ellos para que conozcan la capital Americana. Ademas, invitamos a vecinos y a varios amigos y a sus familias a una barbacoa/carne asada. Fue una fiesta con los invitados de honor siendo mi primo y su familia. Tanta fue la alegría. Todo adornado con el jardín de Nueva York y todo lo que Nueva York ofrece.
El vuelo llego a Kennedy tarde por la noche en un día Jueves. El listón se corto entonces y convivimos los siguientes 13 días. Me pego una depresión cuando los deje en el aeropuerto para el viaje de regreso.
No me é entretenido tanto desde que mi gran amigo Julio estuvo en Nueva York.
Algún día, ojala, si se alinean las estrellas, Rogelio y Julio quizás vienen a ver me juntos, cuando nuestras señoras y niños estuvieran en algún otro lugar. Ellos compartiendo con los suegros y nosotros compartiendo con nosotros.
Mi esperanza es de sobrevivir y poder contarles de tal visita algún día.
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